En casa tengo algunos manteles, mantelitos, sábanas etc… que mi madre me regaló en su día pero que originariamente eran de casa de mis abuelas, ambas dos unas auténticas reinas del bordado.
Es muy fácil identificar de dónde procede cada pieza ya que cada objeto está primorosamente bordado con un monograma (Monograma, de la palabra griega, que significa una letra), curiosamente, tal y como mandaba la costumbre de la época las letras utilizadas son las del nombre y apellidos del marido, los de las mujeres no salen por ningún lado. El Monograma era como el símbolo de la familia, se utilizaba para marcar todo y algunos eran auténticas obras de arte.
Los Monogramas, ya casi no se usan. Los únicos que ahora marcamos la ropa de casa somos los que tenemos niños pequeños que tienen cierta tendencia a peder todo. Ayer me di una panzada de marcar ropita infantil porque mi hija, la princesa, se iba de excursión con el cole y tenía que llevar todo marcado. Mientras pegaba con la plancha las etiquetas con sus apellidos no pude dejar de pensar en como han cambiado las cosas en el último siglo en este sentido. Tengo ropa de casa antigua que está francamente estropeada que no tiro porque me da pena que se pierda el monograma bordado, y el chándal de mi hija cuando acabe este curso escolar creo que se irá directamente a la basura (mi hija es una “destroyer” da pena verlo!). Ha servido su función y no tiene ninguna característica que lo pueda salvar de "la quema".
Lo que si tengo claro es que, ya que no tengo ni la sabiduría ni el tiempo para ponerme a bordar toda la ropa, para el año que viene por lo menos voy a encargar etiquetas un poco más bonitas.
Besos y Feliz Miércoles!